domingo, 29 de noviembre de 2009

FÁBULAS

EL CUERVO Y EL ZORRO

En la rama de un árbol,
bien ufano y contento,
con un queso en el pico,
estaba el señor cuervo.
Del olor atraído,
un Zorro muy maestro
le dijo estas palabras
¡Tenga usted buenos dias,
señor cuervo, mi dueño!
¡Valla que estais donoso,
mono lindo en extremo!
Yo no gasto lisonjas,
y digo lo que siento;
que si a tu bella traza
corresponde el gorjeo,
juro a la diosa Ceres,
siendo testigo el cielo,
que tú seras el Fenix
de sus vastos imperios.
Al oir un discurso
tan dulce y halagüeño,
de vanidad llevado,
quiso cantar el cuervo.
Abrio su negro pico,
dejo caer el queso.
El muy astuto Zorro,
despues de haberle preso,
le dijo: "Señor bobo,
pues sin otro alimento,
quedais con alabanzas
tan hinchado y repleto,
digerid las lisonjas
mientras yo digero el queso".

Moraleja:
Quien oye aduladores nunca espere otro premio.


EL JOVEN Y LAS OVEJAS

Apacentando un joven su ganado,
grito desde la cima de un cerro:
!Favor! que viene un lobo, labradores.
Estos, abandonando sus labores,
acuden prontamente
y hallan que es una broma solamente.
Vuelve a llamar, y temen la desgracia;
segunda vez los burla. ¡Linda gracia!
pero ¿qué sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera.
Entonces el joven se descompone,
y por mas que patea, llora y grita,
no se mueve la gente escarmentada
y el lobo le devora la manada.

Moraleja:
Cuantas veces resulta de un engaño, contra el engañador el mayor daño.


EL ASNO Y EL COCHINO

Envidiando la suerte del cochino,
un asno maldecia su destino.
Yo, decia, trabajo y como paja;
él come harina, berza y no trabaja:
a mi me dan de palos cada dia;
a él le rascan y halagan a porfía.
Asi se lamentaba de su suerte;
pero luego que advierte
que a la pocilga alguna gente avanza
en son de matanza,
armada de cuchillosy de caldera,
y que con fiereza dan al gordo cochino
fin sangriento, dijo entre si el jumento.

Moraleja:
Si en esto paran los regalos y el ocio,
al trabajo me atengo y a los palos.


EL HACHA Y EL MANGO

Un hombre que en el bosque se miraba
con un hacha sin mango, suplicaba
a los arboles diesen la madera
que mas solida fuera
para hacerle uno fuerte y muy durable.
Al punto la arboleda innumerable
le cedio su pedido, y él, contento,
perfeccionando luego su instrumento,
de rama en rama va cortando a gusto
del alto roble el brazo más robusto.
Y a los árboles todos recorría,
y mientras los mejores elegía,
dijo la trizte encina al fresno:
amigo, infeliz del que ayuda a su enemigo.


LA ZORRA Y LAS UVAS

Es sabido que a más del medio dia
en ayunas la zorra iba cazando.
Halla una parra, quedase mirando
de la alta vid el fruto que pendia.
Causábale mil ansias y congojas
no alcanzar las uvas con la garra,
al mostrar a sus dientes la alta parra
negros racimos entre verdes hojas.
Miró, saltó y lo intento;
pero vio lo imposible que era alcanzarlas
Y dijo: ¡ No las quiero comer! ¡No estan maduras!

Moraleja:
No te muestres impaciente haz mil intentos.


EL LEÓN Y EL RATÓN

Estaba un ratoncillo aprisionado
en las garras de un león; el desdichado
en la tal ratonera no fue preso
por ladron de tocino ni de queso,
sino que porque con otros molestaba
al leon, que en su retiro descansaba.
Pide perdon, llorando su insolencia.
Al ior implorar la real clemencia,
responde el rey en magestuoso tono;
¡ Te perdono!
Poco después cazando el león, tropieza
en una red oculta en la maleza.
Quiere salir; mas queda prisionero.
Atronando la selva ruge fiero.
El libre ratoncillo, que lo siente,
corriendo llega, roe diligente
los nudos de la red, de tal manera,
que al fin rompio los grillos de la fiera.

Moraleja:
Conviene al poderoso para los infelices ser piadoso; tal vez se puede ver necesitado del auxilio de aquel mas desdichado.


LAS MOSCAS

A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.

Moraleja:
No hay que ser prisionero del vicio que nos domina.


LOS NAVEGANTES

Lloraban unos tristes pasageros
viendo su pobre nave, combatida
de recias olas y fieros vientos,
ya casi sumergida,
cuando subitamente
el viento calma, el cielo serena,
y la afligida gente
convierte en risa la pasada pena.
Mas el piloto estuvo muy sereno
tanto en la tempestad como en la bonanza.

Moraleja:
Se sabe que lo malo y lo bueno esta sujeto a súbitos cambios.

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